“Recuerde que no basta con decir una cosa correcta en el lugar correcto, es mejor todavía pensar en no decir algo incorrecto, en un momento tentador.”
Benjamin Franklin
(Uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos)
Los invito a pensar, por un momento, en las tantas veces que nos expresamos con palabras que, o bien enaltecen y hacen crecer a la persona que nos escucha, o la herimos.
En el segundo caso, seguramente no quisimos decir eso, no fue nuestra intención, solo que ya lo dijimos.
Vivir en sociedad implica comunicarnos unos con otros y necesitamos hacerlo con eficiencia.
Es sumamente importante que NOS DEMOS CUENTA de lo que decimos; que pensemos primero, solo unos segundos, lo que queremos decir y usemos las palabras correctas, las más adecuadas para la persona que nos escucha. Cuando hablamos, lo hacemos para los demás (a no ser que sea un monólogo que tengamos con uno mismo), hablamos para ser escuchados.
La PNL (Programación Neurolingüística) estudia el modo en que estructuramos nuestras
experiencias: cómo pensamos acerca de nuestras creencias y nuestros valores, cómo creamos nuestros estados emocionales y cómo construimos nuestro mundo exterior y lo dotamos de significado, y cómo, todo eso, lo expresamos a través del lenguaje. Debemos tener en cuenta la PNL, y sacarle provecho. Cuando conversamos con otros, antes de negar o criticar lo que nos dicen; o peor aún, antes de ripostar, hablar más fuerte, o afirmar que lo dicho por la otra persona es una mentira, debemos DARNOS CUENTA.
Debemos ver desde qué punto de vista está hablando nuestro interlocutor, cuál es su mapa, y preguntarle qué es lo que lo ha llevado a decir lo planteado, qué razones lo motivan, evitando así un enfrentamiento, la mayoría de las veces sin sentido. Debemos entender que si le decimos que es un mentiroso, estamos atacando su propia identidad, lo estamos etiquetando, y lo más probable es que lo ofendamos, y se malogre una relación que venía siendo amistosa o de compañeros, y ni hablar de cónyuges, hijos, padres…
Sucede que cuando decimos algo que incomoda a la persona con quien hablamos, nos disculpamos y le decimos: “Excúsame, no quise decir eso, esa no fue mi intención”. Para justificarnos de esa manera, nos basamos en nuestras intenciones, que fueron positivas, desde nuestro punto de vista. Sin embargo, cuando nos dicen a nosotros algo que nos molesta, entonces enjuiciamos: “Mira lo que me dijo”… “mira lo que me hizo”. En el segundo caso, debemos ser capaces de pensar que quizás, y desde su punto de vista, también lo hizo con buenas intenciones.
Esa es otra de las presuposiciones de la PNL, TODO COMPORTAMIENTO TIENE UNA INTENCIÓN POSITIVA. Y es que la PNL distingue lo que es la intención (o propósito), de la conducta (o comportamiento) en sí misma. Una persona NO es su conducta; por ejemplo, una fotografía NO es la persona, ni una partitura musical es el sonido que sale al final de un instrumento. Debemos ser capaces de separar, la intención de la conducta, y DARNOS CUENTA, de que una persona no debe ser definida por un comportamiento ocasional.
Las personas que tienen éxito, al decir de Jack Canfield en su libro “Los Principios del Éxito”, saben comunicarse con eficiencia, escuchan, y crean relaciones exitosas, conversan desde el corazón, saben conversar; dicen, exactamente, lo que querían decir.
¡Muchas gracias por leernos!
Esperamos tus comentarios.
Equipo Realta.
Comments